Si bien este capítulo del libro es breve, también es uno de los más contundentes a la hora de abrirnos los ojos de cara a las maravillas que las ovejas hacen por nosotras, por el medio ambiente y por nuestro planeta en general. 

Dentro del libro Vivir la lana, tenía que haber un espacio dedicado al campo, aunque es algo que planea o se sobreentiende a lo largo de las páginas, necesitábamos, como quién necesita caminar por la naturaleza, dejar constancia de lo que significa en el mundo lanero la relación del campo y las ovejas. 

No deja de ser curioso para algunas personas, que siendo nosotras, ambas urbanitas, sintamos tal devoción por el campo, por los animales y por la lana, cuando en realidad, muchos la consideran algo que no tiene valor. 

 

Para nosotras, escribiendo estas páginas nos reafirmamos en el dicho de “no hay más ciego que el que no quiere ver”, por eso, cuando leas esta capítulo podrás abrir los ojos, extender tu mirada hacia el horizonte, y tener datos claros con los que aportar en cualquier conversación lanera sobre los beneficios que implica tejer hoy día. 

Los paisajes que aún hoy conservamos se los debemos en gran medida a las ovejas. Es por eso que también incluimos un destacado con el que podrás conocer todas las razas autóctonas en peligro de extinción, así como las razas autóctonas de fomento. Verás la diferencia entre ambas listas, y a qué lado se inclina la balanza y qué puede significar. 

Estamos seguras de que este capítulo suscitará preguntas y dudas, tal vez también anécdotas, de tu pasado o tu presente. 

Breve pero contundente y directo es este capítulo, con datos en la mano para que podamos vislumbrar cuánto poder hay en lo que tejemos, en cada decisión que tomamos al comprar nuestras madejas…

Deja aquí tus preguntas, dudas o comentarios, encantadas las recogeremos para contestar en el próximo directo. Y recuerda, participar siempre tiene premio. 

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4 comentarios

  1. Hasta hace bien poco no sabía ni que había una raza gallega (me vine a vivir a una aldea de Pontevedra hace casi 3 años) y aunque se intenta recuperar por parte de los ganaderos, les es muy difícil ya que no está vista como lanera, sino simplemente como carne, la verdad me crié hasta los 15 años cada verano (4 meses) en un pueblecito en el que bajaban todas las ovejas de cada casa, nunca supe a qué hora, y subían para su casita sobre las 9 de la noche, ójala hubiese sido más consciente de que se perdía entonces, ahora la verdad, no sé si queda rebaño o ni eso, una lástima, son animales, para mí muy tiernos <3

  2. Yo nací i viví en una ciudad grande como és Barcelona pero desde siempre nos enseñaron a observar la naturaleza, los fines de semana los pasábamos en una pequeña rulotte en un camping , y a cuidar de los animales, con un perro en casa. Cuando pude salí de la ciudad y me fuí a vivir a un pueblo y desde mi casa veía y escuchaba pasar un rebaño de ovejas con sus perros y su pastor….maravilloso. Y dónde vivo ahora hay una granja de cabritas oscuras que me miran cuando me ven pasear por delante con mis perros…y se escucha a su pastora cantarles…y eso siempre me saca una sonrisa.
    Una pena que algo como el pastoreo o la transhumancia, tant importante para el ecosistema, se pierda. Una pena esa lista de razas autóctonas en peligro de extinción.

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