Pero será, sin embargo, a partir de los presupuestos ideológicos de las Cortes de Cádiz de 1812, de su azaroso pero inevitable avance, cuando (modificado o proscrito el entramado institucional anteriormente vigente) se presuman radicalmente incompatibles las ancestrales corporaciones ganaderas con los principios del constitucionalismo liberal.
No se crea, sin embargo, que la oposición del liberalismo a la agremiación ganadera tradicional (exclusivista, jurisdiccional y privilegiada) llevaba consigo su incompatibilidad con el ejercicio de la actividad pecuaria itinerante. Muy por el contrario, las disposiciones dictadas por las Cortes durante los dos primeros periodos constitucionales de 1812 y 1820-23 son respetuosas con los derechos, condescendientes con los intereses e, incluso, protectoras de los peculiares usos y costumbres de la trashumancia.
Así pues, aunque por Decreto de 8 de junio de 1813 se declaran cerradas o acotadas a perpetuidad todas las heredades rústicas particulares, se dice “sin perjuicio de las cañadas, abrevaderos, travesías y servidumbres” (artículo primero).
En 1836, año de la abolición definitiva de la Mesta, ésta es sustituida por la Asociación General de Ganaderos, que mantiene su actividad en nuestros días. Los intereses de los ganaderos trashumantes quedan unidos a los del resto de los ganaderos.
Poco a poco, con la decadencia de la ganadería, las cañadas perdieron relevancia. El Honrado Concejo de la Mesta, como hemos señalado, fue disuelto en 1836. Por otra parte, la aparición del ferrocarril a finales del siglo XIX como medio alternativo de transporte y la profunda modificación de los usos tradicionales, debido a los modelos de desarrollo potenciados en nuestro país a partir de los años 60, fueron factores determinantes del progresivo abandono y usurpación de estas vías, que la ley define como de “dominio público, imprescriptible e inalienable”.
Este modelo de desarrollo trajo consigo un incremento de las diferencias regionales y, también, entre el medio rural y el medio urbano. Unas prácticas agrarias se intensificaron, mientras que otras eran abandonadas. La mano de obra se redujo y, al mismo tiempo, la población rural envejeció.
Gracias. Me ha parecido muy interesante
Muchas gracias Raquel por dejarnos tu comentario. Nos alegra que te haya gustado.
Santiago nos seguirá contando muchas cosas más de la Historia de nuestras vías pecuarias y la trashumancia en las siguientes entregas.
Saludos laneros